El estrés es uno de los grandes males de nuestro tiempo, sino se le presta atención y se aprende a disminuir sus consecuencias. Reconocido como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud, hoy se sabe que el estrés puede afectar a todos los seres humanos, más allá de su edad y condición social.
Nos encontramos con situaciones de estrés en múltiples ocasiones y se sabe que la mudanza, el divorcio y el cambio de empleo, son tres de las actividades más estresantes de la vida adulta. ¿Pero qué es el estrés? ¿Qué causa el estrés? ¿Todo síntoma de estrés es necesariamente malo? ¿El estrés es siempre una enfermedad?
El estrés es como una señal de alarma, una reacción de nuestro cuerpo ante una amenaza o una demanda excesiva de lo que emprendemos. El cuerpo aumenta la capacidad respiratoria, las pupilas se dilatan, se aceleran los latidos del corazón y libera azúcar para utilizar los músculos y así responder a la nueva exigencia o amenaza.
Esto no siempre es malo ya que hay un estrés positivo y un estrés negativo: El eutrés (o estrés positivo) es cuando esa defensa del cuerpo es una repuesta armónica con la exigencia recibida y no ocasiona ningún desequilibrio emocional ni físico, sino que aumenta la energía y la vitalidad en lo que emprendemos.
El distrés (o estrés negativo) es un cansancio o agotamiento mental y físico del individuo que genera desórdenes en el organismo y cuyas causas suelen ser problemas laborales o familiares, adicciones, frustraciones o enfermedades.
Dentro del estrés negativo o crónico hay dos que son muy estudiados en todo el mundo: el estrés laboral y el estrés postraumático.
En el estrés laboral comúnmente llamado «síndrome del quemado» (burn out) las causas son la fatiga, el agotamiento físico y emocional, la crisis vocacional y la insatisfacción personal que devienen en el trabajo. El volumen de tareas, sentirse subvaluado, las fechas límite, o el mal clima laboral son algunas de las situaciones que provocan este tipo de estrés.
El estrés postraumático puede surgir después de que una persona pasa por un hecho de altísima amenaza o gravedad (un accidente, una violación, la muerte de un ser muy querido, un robo violento o un secuestro son algunos de una lista interminable) y comienza luego con la reexperimentación de las imágenes del hecho vivido. Si se prolonga en el tiempo, suele ocasionar situaciones como padecer fobia social, tener pesadillas con la situación traumática o no poder seguir con la rutina habitual por el miedo.
Síntomas del estrés
Los síntomas del estrés aparecen en el cuerpo como un cóctel de sensaciones, sentimientos y debilidades físicas. Los síntomas más comunes son: ansiedad, dolor de cabeza, angustia, irritabilidad, temor, inestabilidad anímica, desconcentración, falta de memoria, pensamientos repetitivos, reacciones intempestivas, trastornos en el sueño, diarrea o estreñimiento y cambios en el peso.
En algunas ocasiones se sienten palpitaciones, las manos se ponen frías sin ningún motivo aparente y se presentan dificultades en el habla. La adicciones pre existentes, como el tabaco o el alcohol (solo por nombrar dos muy conocidas) se acentúan ante el estrés. Los cambios en el peso son provocados por los malos hábitos alimentarios vinculados con el estrés, que por lo general derivan en un estilo de vida sedentario. Es muy importante tener en cuenta que cuando el estrés se hace crónico puede devenir en una enfermedad más compleja. Problemas cardiovasculares, lumbalgia, fibromialgia, depresión, asma, diabetes, síndrome de colon irritable y disfunción sexual, son solo algunas de las enfermedades más comunes a las que lleva el estrés crónico.
Cómo combatir el estrés
Estas son algunas recomendaciones para combatir las causas y las consecuencias originadas por el estrés crónico.
El yoga y la meditación son buenas opciones para combatir el estrés.
- Autoevaluación. Cuando se sienta muy exigido ante una situación pregúntese a usted mismo cuánto de esa carga puede soportar. Tener conciencia de las demandas excesivas es buen primer paso para regularlas mejor.
- Dormir bien. Descanse el tiempo que necesita. Ningún adulto debe dormir menos de 8 horas por noche.
- El buen comer. Cuide su dieta. No se «intoxique» con aquellos alimentos que no le aportan energía. Elija los que son ricos en litio y magnesio (cereales, huevo, verduras, pescados, frutos secos) y en vitaminas del grupo B (leguminosas, pan integral o aves).
- Actividad física. Tenga una rutina: el ejercicio físico es fuente de descarga de nervios y ayuda a reponer funciones vitales del cuerpo que se ven deterioradas por el estrés.
- Agenda. Cuando arme su día, deje dos o tres espacios libres, aunque sean pequeños. Encuentre el momento de desenchufarse y de apagar el celular, la PC y alejarse por un rato de las redes sociales. Volverá a la actividad con mayor vitalidad.
- Pedir colaboración. Para lo que sea. Ejercite la capacidad de delegar y de dejarse ayudar.
- Técnicas de relax. El yoga y la meditación son prácticas muy conocidas. También hay otras formas de serenarse y conectarse con uno mismo como leer un libro o escuchar música que le agrade.
- Bienestar emocional. Ocúpese de sus sentimientos. Las relaciones afectivas, el optimismo, el equilibrio mental, son redes esenciales que brindan contención en nuestras vidas.