Con una demora inesperada por la lluvia y el barro comenzó la poda de los rosales en El Rosedal de Palermo y la entrega de esquejes (gajos) a los vecinos, el evento que todos los inviernos convoca a miles de porteños para tener un pedacito del emblemático parque en sus casas.
La entrega continuará hasta el viernes 21, en el horario de 13 a 17. En tanto en el rosedal de Parque Chacabuco, los tallos se podrán retirar el martes 18, de 10 a 14 horas, y el miércoles 19, de 14 a 18. El año pasado más de 15 mil vecinos se acercaron al predio de Libertador y Sarmiento a recibir sus tallos de rosas para llevar a sus casas.
Héctor es uno de los 13 jardineros que trabajan en El Rosedal de Palermo. Todos los años, cuando llega el invierno, encara esta tarea fundamental para el mantenimiento de las plantas. El se encarga de guiar a los otros jardineros en la tarea. «Se cortan los tallos y las ramas más gruesos y se deja un plantín despojado de hojas y flores, que sobresale unos 50 cm del suelo», explica. El grueso de lo que se poda se convierte en esquejes, unos tallos con espinas de unos 30 cm que se entregan a los vecinos, 5 por persona, junto a un instructivo para lograr que esos gajos se transformen en plantas.
«Se dejan 24 horas con un tercio del tallo bajo el agua. Al día siguiente hay que pasarlo a una maceta con tierra fértil, en lo posible con compost y perlas. Y dejarlo ahí hasta el invierno que viene. Entonces ya habrán echado raíces y se habrán convertidos en rosas que algún día serán trasplantadas», describe Héctor, haciendo un alto en la poda aunque con la cizalla todavía en sus manos.
Mientras habla Héctor cuida que los visitantes no pisen el césped: está muy barroso y pueden quedar huellas que después habrá que reponer. Pone un celo y un cuidado especiales en el trabajo que realiza a diario para mantener al parque que luce con sus canteros y caminos impecables.
Su trabajo es fundamental para el mantenimiento del jardín, uno de los principales atractivos turísticos de Buenos Aires. Su historia se remonta al año 1914, cuando el francés Charles Thays, a cargo de todos los parques de la Ciudad, encomendó al agrónomo Benito Carrasco el trazado de los senderos y las zonas de descanso. El objetivo principal era crear un lugar armonioso donde se pudieran apreciar y cultivar diversas especies de rosas.
En sus 3,4 hectáreas, hay 93 especies distintas de rosas que florecen cada año entre septiembre y noviembre, brindando un colorido espectáculo con más de 18.000 flores de diferentes variedades. Durante el verano hay días que llegan a visitarlo más de 3.000 turistas que llegan al puerto de Buenos Aires en los cruceros.
El Rosedal ganó su fama mundial en 2012, cuando obtuvo el Garden Excellence Award (Premio al Jardín de Excelencia), un reconocimiento otorgado por la Federación Mundial de las Sociedades de Rosas (WFRS). Es el único Rosedal de Latinoamérica en obtener ese galardón, y uno de los pocos en todo el mundo. El título debe ser revalidado todos los años por un jurado. Si El Rosedal no cumpliera con el protocolo de excelencia de la Federación, inmediatamente su nombre sería retirado de la lista que aparece publicada en la página oficial de la entidad. Desde 2012, su nombre está allí y miles de personas de todo el mundo vienen a visitarlo por ese motivo.
«Los jueces vienen sin anunciarse -cuenta Héctor-. Nosotros no los conocemos. Se esconden entre los miles de turistas que llegan al parque. Ellos no se presentan. Vienen, miran si está bien mantenido y elevan su informe a la Federación para revalidar o retirar el título. Por eso lo tenemos siempre impecable», completa con orgullo. Hace 11 años que el título es revalidado por los jueces todos los años.
Una vez que terminan con un cantero, Héctor y sus compañeros llevan los esquejes para que los preparen para entregar a los vecinos a una casita. Él da la orden de avanzar sobre el cantero siguiente.
«La gente pide rosas de un color o de una variedad y la verdad es que se llevan lo que les toca. Pueden estar mezclados gajos de un color con otros gajos de otro», dice Héctor. La poda se realiza principalmente cuando las rosas están en su periodo de dormancia. El trabajo experto de los jardineros promueve un crecimiento saludable, una mejor floración y ayuda a prevenir enfermedades, ofreciendo a los rosedales una mejor circulación de aire y luz.
“La poda de El Rosedal ya se transformó en una tradición para los vecinos. Lo más importante es cómo antes todo esto se consideraba ‘basura’ y hoy los vecinos pueden adoptar un lugar tan emblemático de la Ciudad como propio y llevarse un pedacito a sus casas”, resalta Martín Cantera, presidente de la Comuna 14, que está a cargo de todo el Parque Tres de Febrero, desde El Jardín Japonés hasta La Pampa y Dragones.
Desde que la Ciudad decidió repartir los esquejes miles de pedacitos de El Rosedal de Buenos Aires se reproducen, todos los años, en distintos hogares de Buenos Aires y sus alrededores.